El artículo publicado hoy en el Jerusalem Post, firmado por Jonathan Menuhin y David Yaari, El sionismo debe evolucionar para servir a todos los judíos y enfrentar nuevas amenazas, parte del impacto profundo que dejó el ataque del 7 de octubre de 2023 en Israel, un evento que no solo sacudió al país, sino que también reavivó un fuerte sentimiento de vulnerabilidad y solidaridad en las comunidades judías de la diáspora. Más allá del horror del ataque en sí, los autores destacan la oleada de antisemitismo y negacionismo que le siguió, lo que reforzó la conciencia de que los judíos, estén donde estén, comparten amenazas comunes.

En este contexto, los autores llaman a una reflexión sobre el sionismo contemporáneo. Desde su origen, el sionismo fue el movimiento que impulsó la creación de un hogar nacional para el pueblo judío, misión que culminó con el establecimiento del Estado de Israel en 1948. Durante décadas, el sionismo se centró en la inmigración, el asentamiento y la defensa del país. Sin embargo, en 2025, Israel es ya una nación consolidada, fuerte en términos económicos, militares y tecnológicos. Por tanto, sostienen, es hora de redefinir el papel del sionismo en el siglo XXI.
Uno de los principales desafíos actuales es la creciente desconexión entre los judíos de Israel y los de la diáspora. Mientras que muchas comunidades en el mundo han desarrollado un judaísmo pluralista e integrado en sus sociedades, en Israel predomina una cultura secular poco vinculada a la identidad judía global, o bien un judaísmo ortodoxo conservador y cerrado. A esto se suma que las comunidades israelíes en el extranjero suelen mantenerse al margen de la vida judía local, lo que profundiza la fragmentación. Esta división amenaza la unidad del pueblo judío y exige una respuesta valiente.
El nuevo sionismo que proponen los autores no puede limitarse al recuerdo del sueño político cumplido. Debe convertirse en una visión renovada, capaz de unir al pueblo judío en toda su diversidad, fortalecer las comunidades, inspirar a las nuevas generaciones y activar el papel histórico del judaísmo como fuente de soluciones para los grandes desafíos del mundo.
Este nuevo enfoque entiende que Israel no es el destino final, sino una herramienta clave para renovar el pacto entre todos los judíos. El país debe usar su capacidad creativa e innovadora para liderar un diálogo judío global, promover la responsabilidad mutua y generar un impacto más allá de sus fronteras.
La propuesta pasa por:
- Conectar al judaísmo global con las iniciativas israelíes de impacto social, y viceversa.
- Posicionar a Israel como centro de la cultura, la inspiración y la resiliencia espiritual judías.
- Abordar desafíos comunitarios como el antisemitismo, la educación judía, la atención a las personas mayores y la pérdida de sentido de pertenencia.
El artículo concluye que, en 2025, la visión clásica del sionismo —la existencia de un Estado judío— ya se ha realizado. Ahora el reto es transformar a Israel de un simple refugio en un agente activo, con visión y propósito, al servicio de todo el pueblo judío y comprometido con valores y acciones para el mejoramiento colectivo del mundo.
Este es un momento decisivo: una prueba, pero también una oportunidad. La responsabilidad, afirman los autores, es compartida y urgente. Y el tiempo para actuar es ahora.
Artículo completo: https://www.jpost.com/israel-news/article-852616