Un público a ambos lados se transforma en bestia bifurcada, en marionetas indignantes ajenos a la belleza y a la comprensión del mundo y ruedan sobre los puentes como monedas corruptas. Qué tristeza que la armoniosa aritmética de la cordura sea hoy solo el aullido del fango.
Autora: Carmen Nuevo Fernández
Dedicado al equipo Israel Premier-Tech (IPT) en la Vuelta ciclista a España de 2025.
Hubo un tiempo en que los hombres soñaban con héroes sobre caballos surgidos de la oscuridad y en el que los relinchos precedían al consuelo donde terminaban todas las melancolías; pues la realidad era el suelo que se pisaba con sencillez y valentía y los protagonistas se volvían niños ateridos de frío, pero sin miedo, en los textos de Abraham Mapu.
Hubo un tiempo ajeno a la benevolencia, el más fatídico de los finales de los otoños, cuando la sangre salpicó la calle sobre los vidrios rotos. Qué tristeza que hoy el pensamiento del desahuciado solo flote y se desvanezca, que se haya abandonado la memoria de aquellos candelabros que, tras la muerte, alumbraron en los jardines occidentales.
Hubo un tiempo en que las mujeres etéreas desprovistas del manto de la esclavitud cultivaron las flores que inundaban los mercados y sus hijos sonreían y eran felices respirando y jugando en el musgo de la imaginación, ajenos a la amenaza de los túneles de la muerte. Qué tristeza que solo la lumbre de lo adverso escuchase las noches de su voces.
Hubo un tiempo en que las palabras abandonaron el desierto y fueron un hueco de mar, convirtiendo nuestras manos en caracolas, y las danzas fueron vigilias que las estrellas alumbraron de azul. Qué tristeza que vuestros destellos abriendo veloces el aire no sean aclamados con la claridad que solo aportaría la desobediencia ante el discurso de los déspotas.
Un público a ambos lados se transforma en bestia bifurcada, en marionetas indignantes ajenos a la belleza y a la comprensión del mundo y ruedan sobre los puentes como monedas corruptas. Qué tristeza que la armoniosa aritmética de la cordura sea hoy solo el aullido del fango.
Pero no estáis solos, reyes de los péndulos, avanzáis atravesando fronteras y alcanzando lo celeste en vuestro vuelo, el vendaval de la persecución no atrapará nunca la libertad de vuestros puntos cardinales.
Pero no estáis solos, órbitas brillantes en los espejos, vencéis a lo convulso con vuestra fuerza sobre las ruedas.
Hoy es el tiempo presente en el que vuestro impulso será círculo triunfante sobre la corrosión del número y los ángulos del silencio.
La bendición de la lluvia sobre el final amarillo del verano es la proximidad de la esfera. El ejemplo de vuestra conducta y resiliencia junto a los siete árboles críticos enarbolando vuestra bandera será símbolo de que nunca más será el tiempo de otro Mathausen ▪
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*Carmen Nuevo Fernández nació en Avilés (Asturias) en el año de publicación de Arde el mar. Es Licenciada en Filología Hispánica-Literatura por la Universidad de Oviedo. Ha colaborado en diversos cuadernos poéticos y revistas culturales. Es miembro de la Comunidad Judía del Principado de Asturias «Bet Emuná».