De los muros de la Alemania nazi a Santiago de Compostela

Autor: Nataniel Castaño

*Carta enviada y no publicada a El Correo Gallego

Recientemente, algunos muros de Santiago de Compostela han sido escenario de la distribución de panfletos anónimos que, de manera alarmante, fomentan discursos de odio y discriminación. Estos mensajes no solo son infames, sino que evocan las tácticas de propaganda utilizadas en la Alemania nazi, donde la manipulación del lenguaje y la demonización de un grupo específico allanaron el camino para atrocidades inimaginables.
En particular, uno de estos panfletos utiliza el término «sionismo» de forma manipuladora. Esta distorsión del término resulta peligrosa, ya que asocia a un equipo ciclista israelí con amenazas y violencia, llamándolos «sionistas» y sugiriendo que, en lugar de tanques o bulldózeres, se desplazan «en bicicletas».
Este tipo de mensajes no solo es falso, sino que tienen la clara intención de reavivar el antisemitismo bajo un disfraz de activismo político. Se trata de la misma estrategia empleada en la Alemania de los años 30, cuando la propaganda antisemita presentaba a los judíos como una amenaza global, utilizando mentiras diseñadas para generar odio y justificar la persecución.
Estos ataques son especialmente preocupantes cuando tienen lugar en Santiago de Compostela, una ciudad con un profundo significado histórico y espiritual. Como centro de peregrinación cristiana y punto final del Camino de Santiago, la ciudad es símbolo de acogida, fraternidad y diálogo entre culturas. La difusión de panfletos con mensajes de odio pone en peligro
estos valores y empaña la imagen de un lugar que, desde hace siglos, ha sido un punto de encuentro entre personas de diversas procedencias y creencias.
El sionismo, en su definición original, es un movimiento que aboga por el derecho del pueblo judío a un hogar en la tierra de Israel pero en manos de los propagandistas del odio se convierte en una herramienta para justificar el antisemitismo. Esta no es una simple cuestión de terminología, es una estrategia para deshumanizar a una comunidad, al igual que lo hacían los
panfletos nazis que retrataban a los judíos como conspiradores globales responsables de todos los males del mundo.
Estos panfletos no son solo un acto de provocación, son una amenaza real. La historia nos ha enseñado que los discursos de odio no se quedan en palabras pues si se permiten, escalan en actos de discriminación, violencia e incluso crímenes de lesa humanidad. El Holocausto no empezó con cámaras de gas, sino con panfletos, caricaturas difamatorias y discursos que
sembraron la semilla del odio. No podemos permitirnos repetir los errores del pasado.
Las autoridades locales deben de actuar con contundencia, identificando a los responsables y aplicando la ley con firmeza. La sociedad no puede permanecer indiferente ante estos ataques, porque el silencio siempre ha sido el mejor aliado del odio. Cualquier persona que encuentre este tipo de material debe denunciarlo de inmediato, ya que la tolerancia y el respeto
mutuo son fundamentales para vivir en una sociedad plural.
Santiago de Compostela, con su historia de acogida y espiritualidad, no puede permitir que discursos de antisemitismo manchen su identidad. Se debe dar una respuesta clara y contundente y en lugar de fomentar el miedo y la división, debemos promover el entendimiento, el diálogo, el respeto y la lucha activa contra cualquier forma de discriminación. Solo así podremos
evitar que las sombras del pasado vuelvan a oscurecer nuestro presente y futuro.

Nataniel Castaño
Coordinadora Estatal de Lucha contra el Antisemitismo