Hasta hace apenas unos días, misiles balísticos iraníes caían durante doce días consecutivos sobre ciudades israelíes. 29 civiles fueron asesinados, cientos resultaron heridos, barrios residenciales quedaron reducidos a escombros y millones de ciudadanos israelíes se vieron obligados a refugiarse diariamente para proteger sus vidas.
En medio de esta agresión, el Gobierno de España eligió no condenar —ni una sola vez— los ataques deliberados y continuos contra civiles israelíes, iniciando una cruzada antisraelí. En su lugar ha llamado a suspender los acuerdos europeos con Israel e imponer un embargo de armas ¡al país que estaba siendo atacado!
Esto no solo es profundamente lamentable: es moralmente indefendible.
Seamos claros: Israel, un país democrático que se enfrenta a amenazas existenciales en múltiples frentes, tiene el derecho —y el deber— de defender a sus ciudadanos.
Agradecemos y valoramos el respaldo claro demostrado por nuestros principales socios europeos en estos días tan difíciles. La postura adoptada por el Gobierno español coloca a España en los márgenes más extremos —y cada vez más aislados— de la posición europea sobre Oriente Medio. Y la sitúa, lamentablemente, en el lado equivocado de la historia.